CRÓNICA
REPORTAJE

La trampa española al abogado de Panamá que "paga a los jueces"

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Janio Lescure, abogado panameño, en el restaurante español donde se sentó con el espía. CRÓNICA

Es sencillo. Si la decisión depende de un único juez, bastará con un pago. "En el Tribunal Supremo son cinco, así que harán falta tres". Y, ¿si son nueve jueces? Si son nueve [una leve pausa para hacer el cálculo] habrá que sobornar a cinco. "Es la fórmula".

"Yo pago a jueces todos los días". El que habla es Janio Lescure, abogado panameño, socio del bufete que lleva su apellido y profesor de Historia del Derecho en una universidad privada. Presume de ser representante legal de empresarios y políticos, pero en los audios a los que ha tenido acceso Crónica también se ofrece para servicios menos ajustados a la ley, como pagar a jueces por fallos favorables o conseguir que un prostíbulo ilegal de chicas rusas sólo tenga inspecciones con preaviso.

Lescure tiene una relación personal con España, a donde ha viajado en repetidas ocasiones. Pero sus visitas parecen servir también para otras cosas. La escena en la que el letrado dice pagar a los jueces de Panamá "todos los días" tiene lugar en la mesa de un ruidoso restaurante español. Su interlocutor es un hombre trajeado y con acento ruso que se presenta como interesado por sus servicios. Pregunta qué pasaría si se le abriera una causa judicial importante en Panamá. "Por lo general, las cosas se pueden manejar (...). Veríamos la posibilidad de que los jueces amigos nos puedan colaborar", le tranquiliza el abogado.

Lo que Lescure no sabe es que el supuesto empresario es un impostor. En realidad, se trata de un agente de la empresa de inteligencia israelí Black Cube, contratada por una tercera parte para lograr que el abogado revele la vertiente oculta de su negocio. Es un plan sofisticado.

Las puestas en escena de Black Cube llegan hasta el extremo de estudiar la psicología del investigado, constituir una empresa a propósito y crear una identidad creíble para un supuesto magnate ruso. El caso panameño recuerda a otro trabajo reciente de la agencia, confirmado a este periódico por uno de los propios espías, en el que el sistema judicial que quedó en entredicho fue el italiano. Black Cube ha declinado hacer comentarios.

"Yo conozco a la gente en Panamá y la gente me conoce a mí; a nivel alto, medio y bajo", dice Lescure. "Es una mafia, por supuesto".

Su despacho, el Bufete Lescure, figura en la base de datos de Offshore Leaks, la investigación periodística que en 2013 reveló los movimientos de miles de usuarios de paraísos fiscales. En esos papeles su bufete aparece como intermediario de cinco sociedades vinculadas al despacho panameño Mossack Fonseca, clave en los llamados Papeles de Panamá: Ascot Trust, Wilco Trust, Hibo Trust, Victory Foundation y Roseport Group. Según el portal OpenCorporates, tanto la empresa como el abogado están vinculados a cientos de empresas.

El suyo no parece un caso aislado en el país centroamericano. Los Papeles de Panamá (la mayor filtración de evasores en paraísos fiscales de la historia) desvelaron las prácticas ilegales de un despacho que desde allí facilitaba el fraude fiscal a clientes de todo el mundo. Y dejaron al descubierto una "patología latente" en el sistema político y económico panameño, en palabras de Orlando J. Pérez, profesor de ciencia política en la Universidad Millersville de Pennsylvania y experto en sistemas latinoamericanos.

Ante su potencial cliente, Lescure detalla con normalidad el procedimiento para iniciar un negocio de prostitución ilegal.

-Si abro un club nocturno, me gustaría hacerlo a lo grande. Pero tengo una pregunta delicada: ¿sería posible traer chicas desde Rusia?

-Llevo en este negocio desde hace 15 años. Lo sé todo sobre esto.

El primer paso es llevar a las chicas a Panamá como si fueran turistas. Después, hacer que acudan al club como si fueran clientes. Allí los verdaderos clientes las invitarán a salir como si fuera un encuentro fortuito. Pero antes de irse, estos realizarán un pago que quedará reflejado en las cuentas del local como algún tipo de consumo de alcohol, explica. "Para los efectos de orden legal, nosotros no tenemos responsabilidad (...). Y también nos evitamos gastos en el sentido de tener que estar sacando permisos". Win-win.

La fórmula panameña está muy atada. Para que el negocio funcione de manera fluida hacen falta tres niveles de soborno. "A los que inspeccionan en el municipio, a los que inspeccionan en migraciones y a los que inspeccionan en el Ministerio de Trabajo", dice Lescure en las grabaciones. "En el caso este, nosotros le dábamos 1.500 dólares al jefe de inspección del Ministerio de Trabajo", explica el abogado; pero también entre los corruptos hay cachés. "Para que un ministro se interese por hacernos esa cobertura, por lo menos podrían ser unos 5.000 dólares".

Pagos mensuales, en efectivo y en el despacho de Lescure para lograr estar avisados previamente en caso de inspección. Parte del éxito de negocios como el suyo es la gestión offline, con acuerdos que se cierran con un apretón de manos en un lugar de confianza. Estos profesionales confían en el cara a cara, en los negocios entre amigos; más aún después de que los Papeles de Panamá pusieran el foco en el país centroamericano y elevaran el nivel de escrutinio público. Llegar a saber sobre ellos parece imposible sin operaciones tan complejas como las usadas por los espías.

"El abogado debe ser un facilitador, una ayuda, antes que una barrera infranqueable", reza una de las últimas entradas en las redes sociales del Bufete Lescure. Sus servicios se extienden hasta donde el cliente necesite. Pueden incluir la creación de esquemas fiscales que permitan eludir impuestos: "Si fuese el caso, sería preferible una cuenta tal vez en Suiza a nombre de una sociedad de la que él me tendrá que decir el nombre de una tercera persona". Lescure se ofrece incluso como hucha para cantidades ingentes de efectivo cuyo origen y movimiento se quiere ocultar: "Yo tengo las facilidades de una institución muy legal en Panamá de cajas fuertes (...). Es como un club exclusivo".

Lescure calcula sobornos como quien repasa los ingredientes de una receta. Medio kilo de harina, dos huevos... Por supuesto, la fórmula tiene parte química. Levadura para que suba la masa. "Necesitarán ver mi cara", advierte. "La llave de entrada tiene que ser por confianza". Sin él, no hay trato.

"Yo soy muy amigo de la mafia", insiste. La amistad es un concepto recurrente en su conversación. El abogado panameño continúa enumerando sus éxitos al agente de Black Cube y presume especialmente de uno de sus amigos en Panamá, el juez del Tribunal Supremo Oydén Ortega, con quien dice haber colaborado en múltiples ocasiones.

También detalla que defendió a un cliente miembro de una familia de españoles emigrados a Panamá que se peleaban por una cuantiosa herencia. En casos como esos es preferible "pagar el precio", señala. En esta ocasión el pago habría sido para el juez Ortega. Y como en otros casos, Lescure explica que él mismo se encargó de la parte política porque su cliente no era la persona adecuada. Cuando uno va a hablar con los jueces, razona, hay que entrar suavemente. El castellano ibérico, en cambio, es demasiado directo. Exige en lugar de pedir y el problema se agrava en vez de solucionarse. "Obviamente, a la gente no le gusta esa fórmula". Y si funciona es porque Janio Lescure le habla a los jueces "en las palabras que ellos quieren escuchar".

-Nos ha ayudado siempre en los casos que han llegado hasta allá arriba. Y ha sido de mucha ayuda. Sobre todo porque realmente hace justicia. Lo único que nosotros hacemos es...

-Darle el incentivo para hacer justicia.

-Exactamente.

Cuando Crónica llama a Janio Lescure para preguntarle por su negocio, el abogado panameño rechaza cualquier acusación. "He tenido acceso a unas conversaciones donde habla usted con un potencial cliente ruso y le explica cómo trabaja en Panamá. Me gustaría conocer su parte de la historia". Tras un silencio de cuatro segundos, el abogado responde que no tiene nada que comentar. Confirma sus visitas a España, pero asegura que han sido de índole puramente personal.

A finales de 2018, el magistrado Oydén Ortega, por su parte, se ha visto envuelto en un caso de presunta venta de fallos judiciales al mejor postor. En las mismas fechas, el juez sorprendió a la prensa nacional con un repentino cambio de opinión en una sentencia en la que está involucrado un ex presidente del país. Pese a los repetidos intentos, al cierre de esta edición, este suplemento no ha logrado contactar con el juez.

Los registros del órgano judicial panameño permiten comprobar cómo el magistrado ha sido parte de diversos casos en los que Lescure figura como representante legal. Preguntado por la relación entre ambos, el abogado asegura que, "en realidad", no conoce al juez Ortega.

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